jueves, 23 de julio de 2015

La rutina de Thomas Mann


Imagen: Te Interesa
Cuando uno comienza a investigar sobre su autor preferido, lo más probable es que descubra la enorme dedicación que tuvo al escribir el libro que acabas de leer. Algunos los describen como locos u otros como genios, pero sea Martín Adán o William Shakespeare, es innegable llamarlos creativos.

Quizás, el caso del escritor alemán Thomas Mann sea ejemplar, un personaje que se sometía a una disciplina férrea comparado a los entrenamientos militares aunque no era para tanto, porque la herencia que le dejó su padre le permitía vivir tranquilo. Sin embargo, lejos de la remuneración económica, buscaba algo que sólo buscan los perseverantes, el éxito.

Thomas Mann era un madrugador, decía que se concentraba mejor por las mañanas. Todos los días bebía una taza de café, se acicalaba y compartía desayuno junto a su esposa. Luego, se encerraba en su estudio donde estaba prohibido el ingreso de visitantes, incluyendo miembros de su familia porque según el escritor, sus horas más productivas eran de nueve de la mañana al mediodía.

Curioso, al recordar esto se me viene a la memoria la disciplina que muchas veces ha comentado Mario Vargas Llosa. Él se levanta muy temprano para realizar una caminata, desayuna, lee periódicos y después se dirige a su oficina para dedicarse a escribir.

Aunque, no todos deben seguir esa línea, ya que hay muchos autores que sólo encuentran la inspiración en momentos inesperados, cuando de pronto llega una idea y necesitan continuar con la misma para que su historia tenga forma porque lo que realmente importa es entregar al lector un relato fascinante.

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