domingo, 27 de marzo de 2016

Hemingway, el eterno escritor


Imagen: Biography
Cuando Ernest Hemingway decidió irse a vivir a Cuba, su vida cambió. Llegó en su mejor momento, las noches en La Habana, eran las noches de Ernest Hemingway. Cuando él entraba, la atmósfera cambiaba y todos volteaban a verlo, los músicos tocaban su canción favorita y los meseros preparaban el mismo trago de siempre, era escritor más famoso de la época.

Rememoremos los últimos años de este genio de la literatura, que comienza al casarse con Mary Welsh, su cuarta esposa, es allí cuando la vida del escritor empezó a fragmentarse, al punto de comenzar obras que jamás terminaría. Para ese entonces, no había escrito nada significativo en muchos años, sus amigos cercanos morían, sus hijos crecían y su salud comenzaba a deteriorarse.

'Al otro lado del río y entre los árboles' (1950) significó la avalancha de críticas más mordaces de su carrera, nunca antes los lectores lo habían maltratado con tanta ferocidad, era un león herido en medio del desierto. Después de varios meses, decidió contraatacar, había llegado el momento de publicar su mejor obra.

Hemingway lo hizo y comenzó a trabajar en una nueva novela basada en una historia que había escuchado cuando era joven, sobre un pescador cubano que había luchado contra un pez espada durante cuatro días y cuatro noches. 'El viejo y el mar' (1952) se convertiría en su obra más formidable, había reivindicado su nombre. En una entrevista, el escritor norteamericano dijo: «Es lo mejor que he podido escribir, es un epílogo de toda mi carrera y de todo lo que he aprendido al vivir».

En 1954, Ernest y Mary viajaron al Congo, África. Como regalo de navidad, su esposa había contratado un vuelo turístico sobre el desierto africano. Al sobrevolar el territorio, el avión chocó contra un poste de electricidad y tuvo que aterrizar de emergencia. Las lesiones dejaron a Ernest con un golpe en la cabeza y a Mary con una fractura de costilla. Al día siguiente, un segundo avión aterrizó para llevarlos al hospital más cercano, pero durante el despegue el avión se incendió, Hemingway se lastimó la cabeza al abrir la puerta para que él, su esposa y el piloto sobrevivieran. Luego de estos dos accidentes aéreos, los periódicos publicaron su muerte. Nunca pudo recuperarse del trauma y se convirtió en un hombre diferente.

Físicamente débil, regresó a Cuba para su recuperación, y recibió la llamada que había esperado por mucho tiempo. Finalmente le otorgaron el Premio Nobel (1954), el máximo logro de su carrera, pero estaba muy enfermo para recibirlo en persona, así que grabó un mensaje para expresar su agradecimiento: «Escribir, en algunos casos, es una actividad solitaria, y se convierte en eso cuando uno busca la inmortalidad».

En 1959, Fidel Castro lideró la Revolución Cubana y Ernest lo apoyó públicamente. Sin embargo, a pesar de su apoyo, la brutalidad del dictador tornó a la revolución en una Guerra Civil innecesaria y al año siguiente, Hemigway se fue de Cuba para mudarse a Ketchum, Idaho. Allí, comenzó a trabajar en sus memorias, pero su salud empeoraba debido al abuso de alcohol, hasta entonces los accidentes eran parte de su vida, entre las más graves, tenemos que se disparó en un pié mientras pescaba, fue mordido por un león y un poste de luz cayó sobre su frente. Hemingway parecía indestructible, pero había un mal que no podría vencer, el deterioro de su salud mental.

Durante su estadía en la Clínica Mayo, se informó al público que el escritor sufría de depresión y la mejor manera de tratarlo era a través del electroshock. Enfermó gravemente, en una época cuando aún no existían los medicamentos que ahora tenemos, sin embargo, a pesar del tratamiento, su estado empeoró. En 1961, Ernest salió de la Clínica Mayo y al llegar a casa, recibió la llamada del electo Presidente John F. Kennedy para escribir su discurso de ascenso, Hemingway aceptó, pero se tardó demasiado y nunca pudo terminarlo, su esposa comentó que lloraba de angustia por la pérdida de su capacidad. 

Quizás, su depresión se redujo a eso y tal vez pensó que si no podía escribir, no debía vivir. Estaba aterrado, paranóico y esquizofrénico. Durante la mañana del 2 de Julio de 1961, el famoso escritor decidió suicidarse, disparándose. El legado de Ernest Hemingway perdurará y aún cuando nosotros formemos parte de la tierra, nuestros hijos hablarán de él, porque su nombre quedará grabado en nuestra memoria para siempre. 

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