domingo, 13 de octubre de 2013
Hilary Clinton, again?
Nadie está diciendo que la anterior secretaria de Estado, senadora por el estado de Nueva York, primera dama de Estados Unidos y Arkansas, y abogada de la Universidad de Yale no esté calificada para la Casa Blanca. De hecho, su currículo podría ser uno de los más impresionantes que se han presentado para el cargo. La vasta experiencia de Clinton indica que tiene todas las habilidades necesarias para ser presidenta de Estados Unidos.
Sin embargo, llegó el momento de que ese país tome otro camino.
El primer argumento en contra de otra candidatura por parte de la familia Clinton es generacional. Los baby boomers (personas que nacieron en el tiempo de la explosión de la natalidad que sucedió durante y después de la Segunda Guerra Mundial) deben dejar de sostener la antorcha de liderazgo con sus dedos artríticos, y pasarla a otra generación. Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama habrán representado 24 años de la presidencia para el 2016, lo cual parece ser más que suficiente. La elección de Clinton potencialmente extiende la influencia de estas personas de tal forma, que se arriesga crear una brecha entre generaciones que aumente aún más la desafección política entre votantes jóvenes.
La edad es otro aspecto que debe considerarse, sin importar los llamados de protesta por parte de sus simpatizantes. Clinton tendría 69 años al hacer el juramento para tomar el cargo. Sería la segunda persona de mayor edad en convertirse en presidente, menor que Ronald Reagan por varios meses.
Las presiones de la Casa Blanca aumentan las aflicciones del tiempo. Se puede decir que el presidente óptimo combina sabiduría adquirida e intelecto natural con los remanentes de la energía de la juventud. Nadie hace esto al cumplir 70 años durante su primer año como presidente, el cual sería el caso de Clinton.
Aunque los médicos declararon que se encuentra en perfecto estado de salud después de un reciente incidente en el que presentó un coágulo sanguíneo en la cabeza, las probabilidades de sufrir enfermedad geriátrica durante la presidencia son muy reales para alguien que podría tener 77 años al final de un segundo período.
El comportamiento de Reagan durante sus últimos años sugiere que ya había empezado a verse afectado por los efectos del Alzheimer. Esto no se trata de discriminación por razones de edad. La acumulación de años define nuestro rango de capacidades, física e intelectualmente, y tanto los Clinton como la nación necesitan hacerle frente a la pregunta de si una persona a sus setenta y tantos años es la más adecuada para fungir como presidente. La respuesta obvia es no.
Sin embargo, no subestimamos la importancia cultural de tener la primera mujer como presidenta y la gloria que esto le otorgaría a la democracia más grandiosa de la historia. El Partido Demócrata también tendrá un interés especial en ser la organización política que le dio al país su primer presidente afroamericano, y la primera mujer presidente.
Clinton, quien está en una posición adecuada debido a su experiencia, enfrenta otros retos que le impiden que se le mencione en un capítulo de los futuros libros de texto como la primera mujer en el Despacho Oval.
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