Imagen: Biography |
«El escritor norteamericano, William Faulkner, es considerado uno de los mejores novelistas del siglo XX. Prodigio de las letras, reconocido por sus técnicas narrativas, se dedicó al desarrollo del monólogo interior y el manejo atemporal del relato, incluyendo el desarrollo de temas como el amor imposible, el deseo y la muerte».
Nació en el pueblo sureño de New Albany (Misisipi, 1897). Durante la Primera Guerra Mundial, fue piloto de la Real Fuerza Aérea Británica y retornó como veterano para iniciar sus estudios superiores en la Universidad de Misisipi, actividad que abandonó para dedicarse íntegramente a la escritura, buscando trabajos alimenticios como el de pintor o cartero. Durante los años veinte, trabajó como periodista en New Orleans y conoció al que sería su amigo, Sherwood Anderson, y quien lo recomendó a su editor para la publicación de su primera novela ‘La paga de los soldados’ (1926). Sin embargo, el éxito llegó al publicar ‘Santuario’ (1931), una novela que se desarrolla en torno a una violación y que tuvo una enorme repercusión en su época.
El condado donde nació, le sirvió como una fuente inagotable de historias para sus libros, retratando los conflictos familiares y sociales, a lo largo de su extensa bibliografía. Faulkner había experimentado una incalculable cantidad de fracasos antes de publicar sus obras más formidables como ‘Luz de Agosto’ (1932), ‘¡Absalón, Absalón!’ (1936) y ‘Las palmeras salvajes’ (1939) y que después lo convirtió, finalmente, en el gran William Faulkner, ganador del Premio Nobel de Literatura (1949). En su discurso, el escritor norteamericano dijo: «El éxito es un fenómeno, y como tal, debe ser tratado con mano dura, para saber quién es el amo».
Su estilo literario influenció a reconocidos autores latinoamericanos como Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, permitiendo revelar los secretos del oficio de contar, con obras que exploran los abismos del ser humano. Faulkner perfeccionó una serie de recursos narrativos encaminados a conocer aún más a los personajes y nos enseñó que es la forma y la estructura, lo que engrandece o empobrece una historia. El legado de William Faulkner continuará y aun cuando nosotros formemos parte de la tierra, nuestros hijos hablarán de él, porque su nombre perdurará, al igual que sus obras.
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