domingo, 4 de diciembre de 2016

Faulkner, el novelista inevitable


Imagen: Biography
«El escritor norteamericano, William Faulkner, es considerado uno de los mejores novelistas del siglo XX. Prodigio de las letras, reconocido por sus técnicas narrativas, se dedicó al desarrollo del monólogo interior y el manejo atemporal del relato, incluyendo el desarrollo de temas como el amor imposible, el deseo y la muerte».

Nació en el pueblo sureño de New Albany (Misisipi, 1897). Durante la Primera Guerra Mundial, fue piloto de la Real Fuerza Aérea Británica y retornó como veterano para iniciar sus estudios superiores en la Universidad de Misisipi, actividad que abandonó para dedicarse íntegramente a la escritura, buscando trabajos alimenticios como el de pintor o cartero. Durante los años veinte, trabajó como periodista en New Orleans y conoció al que sería su amigo, Sherwood Anderson, y quien lo recomendó a su editor para la publicación de su primera novela ‘La paga de los soldados’ (1926). Sin embargo, el éxito llegó al publicar ‘Santuario’ (1931), una novela que se desarrolla en torno a una violación y que tuvo una enorme repercusión en su época.

El condado donde nació, le sirvió como una fuente inagotable de historias para sus libros, retratando los conflictos familiares y sociales, a lo largo de su extensa bibliografía. Faulkner había experimentado una incalculable cantidad de fracasos antes de publicar sus obras más formidables como ‘Luz de Agosto’ (1932), ‘¡Absalón, Absalón!’ (1936) y ‘Las palmeras salvajes’ (1939) y que después lo convirtió, finalmente, en el gran William Faulkner, ganador del Premio Nobel de Literatura (1949). En su discurso, el escritor norteamericano dijo: «El éxito es un fenómeno, y como tal, debe ser tratado con mano dura, para saber quién es el amo».

Su estilo literario influenció a reconocidos autores latinoamericanos como Jorge Luis Borges, Juan Carlos Onetti, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, permitiendo revelar los secretos  del oficio de contar, con obras que exploran los abismos del ser humano. Faulkner perfeccionó una serie de recursos narrativos encaminados a conocer aún más a los personajes y nos enseñó que es la forma y la estructura, lo que engrandece o empobrece una historia. El legado de William Faulkner continuará y aun cuando nosotros formemos parte de la tierra, nuestros hijos hablarán de él, porque su nombre perdurará, al igual que sus obras.

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